No es fácil hablar sobre una obra como The Madcap Laughs. No quiero caer en los mismos clichés sobre Syd Barrett, su compleja personalidad ni la historia de su ascenso a la cima y posterior descenso a los infiernos de sus propia psiquis pues sobre eso han corrido océanos de tinta a lo largo de 40 años plasmados en relatos que tienen tanto de realidad como de fantasía. Humildemente los invito a repasar la reseña que hice para el recopilatorio Wouldn’t You Miss Me? donde traté de resumir la leyenda sobre Barrett en los términos más realistas posibles. Lo que sí me gustaría puntualizar es que a pesar de las circunstancias bajo las cuales Syd abandonó Pink Floyd, sus problemas psiquiátricos y las dificultades que rodearon su breve carrera solista, The Madcap Laughs no es la obra de un perturbado mental, es mas bien una muestra imperfecta de su inmenso talento y el retrato de un artista que no supo encontrar el equilibrio necesario para luchar contra sus propios demonios. Si existe una delgada línea que separa la genialidad de la locura sin duda que Syd caminó sobre ella, su psiquis tocó fondo en los 70 pero ello no lo convirtió en miembro honorífico de los manicomios Ingleses como muchos fans mitómanos gustan creer, y aunque no celebró el recobrar la estabilidad abriendo un nuevo compás musical (como Neil Young, Lou Reed o John Lennon) vivió sus últimos años en paz consigo mismo, de espaldas a su propio legado y sin terminar convertido en una marioneta del show business: perdimos al artista pero el hombre recobró su libertad. Sea como sea la gestación de The Madcap Laughs no fue fácil, Syd había perdido progresivamente interés por todos los aspectos del negocio musical: la promoción, las presentaciones y las sesiones de grabación formales. Peter Jenner renunció a manejar Pink Floyd para seguir la carrera de Syd y de no haber sido por el entusiasmo que éste le transmitía pienso que Barrett ni siquiera hubiese vuelto a pisar un estudio. Ambos se instalaron en los Abbey Road Studios y entre Mayo/Junio de 1968 grabaron las bases para las nuevas composiciones de Syd. El trabajo no se retomó hasta Abril de 1969 (después que Barrett cumplió un período de reclusión por casi un año) cuando grabó otro nuevo lote bajo la producción de Malcolm Jones; ante la informalidad y escasa colaboración por parte de Barrett, Jenner pide ayuda a sus amigos de Pink Floyd, David Gilmour y Roger Waters aceptan ayudar con la producción. Gilmour quien conocía muy bien a Syd sugiere dejarlo grabar las canciones sólo con su guitarra acústica para posteriormente trabajar las pistas de acompañamiento en sesiones aparte. El resultado fue un disco que sonaba crudo e inacabado pero absolutamente genial. Las letras abandonaban los relatos visionarios del primer album con Pink Floyd para devenir en una especie de poesía lisérgica e intimista realzada por el primitivo sonido, el compañamiento mínimo esencial y un Syd Barrett que no le importaba sonar abstráido, aburrido o desafinado; una especie de autista al que milagrosamente muchos entendían y se conectaban. ‘Terrapin’ (el tema que abre el disco) tiene un andar perezoso e hipnótico sobre unos deliciosos acordes de Blues; la Dylaniana ‘Dark Globe’ con su letra que hace referencia al largo año de encierro (de ahí la expresión Wouldn’t You Miss Me? que significa ¿No me extrañaron?) parece haber sido grabada por alguien recién salido del psiquiátrico pero tiene la facultad de inyectar una dosis de insano y desquiciado optimismo; ‘Octopus’ con su contraste de imágenes resulta maravillosamente desordenada; en la onírica ‘Golden Hair’ Syd le pone música a un poema del escritor Irlandés James Joyce y constituye el momento más sublime del album a pesar de su brevedad (en lo personal se trata de mi tema favorito junto a la inquietante ‘Long Gone’). Completan el cuadro las piezas "rockeras" fruto del ensamblaje de estudio al que hacía referencia anteriormente pero que aún así trabajan en buena simbiosis, especialmente ‘No Good Trying’ (con el acompañamiento de la banda Soft Machine), ‘No Man´s Land’ y ‘Late Night’. La presente edición remezclada (mas no remasterizada) es la misma incluida en la caja Crazy Diamond de 1993 pero lanzada individualmente en 1994. Como bonus se incluye 6 outtakes muestra de la informalidad con que Syd se tomaba las cosas entonces pero que aún así resultan interesantes y reveladoras. Quizá no sea una obra maestra pero sí un testimonio del talento de una de las grandes leyendas del Rock.



Categoría: 60's | Vistas: 1070 | Agregado por: Aldoux | Fecha: 11-Ene-2011

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